Esta mañana he leido esta noticia en el Diario Marca que me ha llamado mucho la atención, primero leedla y seguidamente os comentaré mis impresiones.
Qué cabrón eres! No me llamas en toda la puta expedición y me llamas ahora que me estoy muriendo”. La voz de Juanito Oiarzabal se entrecorta a través de la conexión vía satélite. Se le escucha con dificultad. Pese a que las autoridades nepalíes han colocado una potente antena en el campo base que comparten el Everest y el Lhotse, el ruido y las interferencias recuerdan las comunicaciones de los viejos tiempos.
Pero oír los gruñidos y exabruptos de Juanito Oiarzabal es buena señal. Quiere decir que ha vuelto. El lunes tuvo que recibir dos inyecciones de dexametadona y una buena dosis de oxígeno para sobrevivir. Bajando del Lhotse, donde había hecho cumbre el sábado, coqueteó una vez más con la muerte: “Es que ahora mismo estoy más muerto que vivo. Si no es por los sherpas de Edurne Pasaban, me quedo allí”.
¿Qué sucedió para que el alpinista con más ochomiles de la historia viviera otra vez una situación límite? Su relato, entre vaivenes telefónicos, es estremecedor: “Llegamos a la cumbre y bien. Empezamos a bajar, llegamos al campo 4 y faltaba Lolo González. Se perdió. No sabíamos nada de él. Pasamos la noche como pudimos. Los médicos nos dijeron que siguiéramos bajando. Pero Lolo no aparecía”.
La pérdida del compañero era la principal preocupación de una cordada que formaban el propio Juanito Oiarzabal, Juanjo Garra, Carlos Pauner y Javier Pérez: “Llegamos al campo 3 y seguíamos bien. Nos dijeron que habían encontrado el cuerpo de Lolo. Nosotros lo dábamos por muerto y con esa idea seguimos descendiendo. Imagínate cómo bajábamos: rotos”.
Aunque Juanito habla de milagro, la supuesta muerte del andaluz Lolo González fue un mal- entendido: “Llegamos al campo 2 y ahí nos dijeron que lo habían encontrado... ¡vivo! Fue una alegría enorme, una inyección de moral. Ni cumbre ni nada. Lo mejor fue cuando nos dijeron que Lolo estaba bien”.
EL DRAMA
Lo que no sospechaban ni Juanito ni sus compañeros es que la buena noticia iba a dar paso a un drama que ya se estaba fraguando en sus propios organismos. Demasiadas horas en la zona de la muerte. Demasiado tiempo sin dormir, sin comer ni beber. Carlos Pauner empezó a mostrar los primeros síntomas de edema cerebral. Necesitaba perder altura como fuera. Javier Pérez notó en pies, manos, orejas y nariz como le iba comiendo la congelación.
Como pudieron, llegaron al campo 1 y allí, de forma estrepitosa, Juanito, que había dado muestras de gran lucidez a mayor altura, se derrumbó físicamente como no recuerda en su vida: “Me vine abajo. Era incapaz de dar un paso. No podía más. Me estaba apagando. Igual que Edurne en el Kanchenjunga, cuando dijo que la abandonaran allí. Lo mismo. Me he acordado mucho de aquellas imágenes”.
Pauner, Garra y Pérez se dieron cuenta de la situación. Hablaron con el campo base y se organizó un rescate con los sherpas de Edurne Pasabán y Russel Bryce, el rey de las expediciones comerciales. Los porteadores subieron con oxígeno y medicamentos. El panorama era desolador: un montañero con principio de edema, otro con congelaciones y un tercero, Juanito, al borde del colapso. La dexometasona, un potente corticoide empleado en situaciones extremas de mal de altura, le devolvió a la vida: “Me pusieron dos inyecciones y eso me ayudó. Luego, un sherpa me bajó sobre su espalda. Yo no podía andar. Me bajó a caballito por toda la cascada de hielo, que es tremenda, un caos de bloques, grandes como edificios de cinco plantas. Llegando al campo base, me tumbaron en una camilla y ya ganamos las tiendas”.
Es difícil adivinar, en medio del infernal ruido de la comunicación, si la voz de Juanito se entrecorta por la emoción o por la falta de cobertura. Probablemente, sea lo primero porque estalla en un carrusel de agradeciminetos: “Ponlo bien grande. Si no llegan a estar allí mis compañeros y las cuerdas, no lo cuento. El trabajo desde el campo base ha sido excepcional. Edurne se ha portado de maravilla al mandarme a sus sherpas. Lo mismo que Russel y todos los demás. Estoy muy agradecido. Es bueno que la montaña no pierda los valores y se sigan manteniendo la solidaridad y el compañerismo”.
La conclusión que saco es que volvieron a perder a otro compañero por la montaña en el descenso y eso que en esta ocasión iban bien (mas tarde cambiaria). Como se puede perder a un compañero si vas bajando a 1 o 2 km por hora? A cuantos compañeros a perdido ya Juanito? Claro está que cuando el va bien y se le muere uno dice que a esas alturas uno ha de mirar por uno mismo, que es imposible ayudar a un compañero... eso se lo tendria que haber dicho al sherpa que le bajo arriesgando su vida.
Bueno, todo esto me ha hecho recordar lo que paso el año pasado en el Annapurna, los amigos de Tolo no comprendimos ni llegamos a comprender muy bien a dia de hoy lo que pasó y si se pudo hacer algo mas. Hablar desde la lejanía es muy fácil pero creo que a mi me costaría abandonar a un compañero sabiendo que seguramente fallecerá y si un dia hiciese algo asi lo que estoy convencido es que dejaría ese mundillo.
8 comentarios:
Bon dia Román, primer de tot dire que jo no en sé especialment de alpinisme, però diré sa meva opinió.
Ja van dues vegades, que jo sàpiga, que deixen a un company d´expedició al darrera, com tu dius, es dificilment creible que se´ls hi perdi un company als ritmes que baixen, més haviat haurien de dir que en baixar es "tonto el ultimo" i no miren per ningú més que per ells. Me parèix vergoñós que deixin a segons qui montar expedicions (també es vera que si van amb ells es per algo) o perque per ells tots sols no podrien pujar als 8000, necessiten de un grup per fer realitat els seus somnis d epujar a les muntanyes més altes.
Sigui com sigui, sa meva opinió que es que realment tenen mèrit son els sherpas, que maldament sigui el seu mitjà de viure, pujen i baixen més que tots els occidentals i ningú els hi reconeix res ni surten als diaris.
També voldria sebre si en Juanito té sa consciència tranquila, perque crec que més de dos no el podem ni veure, els altres no se com son, però el seu caràcter i les seves paraules deixen molt que desitjar, cuants de millons li va oferir al sherpa perquè el baixés? Perque de això en sap molt me pareix de manar ordres a canvi de prometre pasta, alomillor s´haurien de plantetjar si tenen una cosa que es diu compañerisme, tots o ningu o coses d´aquestes que no li deuen sonar massa...
Lo dit.. es vergonyós, s´egoisme que es veu...
TOLO A DALT DE TOT!
Tremendamente complicado valorar estas situaciones desde nuestros sillones. Cada situación debe ser diferente y no me puedo hacer una idea de lo que implica rescatar a alguien a esa altura.
De todos modos, confío en que los valores fundamentales de la montaña persisten sobre los intereses particulares de cada uno. Relatos como estos lo demuestran.
Saludos,
JM
Como bien dice Román, esta historia se vuelve a repetir con los mismos actores principales como protagonistas. Parece que estos fenómenos se dedican a compartir escalada con más compañeros para compartir también los gastos de expedidión. Me los imagino vendiendo la moto a algún incauto: -que tú si que puedes... ,que nosotros que ya tenemos una dilatada experiencia te llevamos donde sea... ,que lo que ocurrió entonces fué que nos coincidió muy mal tiempo y era muy dificil no perderse... ,... ,...
Lo malo es que en lugar de vender una moto, están vendiendo una burra ciega y después pasa lo que pasa y ahí te quedas porque ya sabemos que en la montaña nadie te puede ayudar en esa altura.
Resulta que los que no ayudan son siempre los mismos; y los que ayudan también; por lo tanto deduzco que estos dos sujetos siempre son rescatados y vaya qué casualidad que ellos no solo no rescatan a nadie sino que dejan tirados a sus propios compañeros de cordada.
Casos de rescates como los de Horia Colibasanu o Jorge Egocheaga son los que hacen más grande el alpinismo de altura.
Llamar alpinistas o montañeros a gente como estos dos impresentables es igual que llamar cerro al Everest.
Por mí, que los encierren de una p... vez.
Coincido plenamente con esta última entrada de anónimo. Se repite la historia, y esto demuestra que el único vinculo que estos dos tipos establecen con sus compañeros de cordada es el económico al compartir los gastos de expedición.
Por la boca muere el pez.
Juanito ha declarado: "A partir de ahora elegiré muy bien con quién voy a los ‘ochomiles’; con 55 años no puedo andar cuidando a mis compañeros".
El problema está querido Juan, en que ya te conocen demasiado y no vas a encontrar montañeros de prestigio que quieran ir contigo no ya a la montaña: ni a apañar monedas!!!.
Que los encierren sin esperar un minuto mas.
Saludos
B-CM
Jo només faré una pregunta: per qué cada vegada que hi ha una situació així sempre hi ha aquests dos senyors per enmig?
Estic d'acord amb tu román. Aquest tio la lia una darrera l'altre. Fa més o menys un any que li vaig fer la creu. estic d'acord amb el teu comentari al 100 per 100
Esto es más de lo mismo, y justo lo mismo que pasó con Tolo. Se jacta de compañerismo y es un auténtico hipócrita. Si uno deja un compañero bajando en una tirada de unos cientos de metros, sin haber habido ningún accidente considerable, simplemente porque lo has dejado ya que tu ritmo debido al estado físico en ese momento es más fuerte, esto es ser un auténtico HP. Nunca en mi vida iría con este tipejo ni a coger naranjas. Nos daba miedo hablar claro cuando pasó lo de Tolo, ya que desconocíamos ciertos rituales de la alta montaña, pero esto es ya definitivo, no estábamos equivocados!
Recuerdo en la edición del festival de cine de montaña que se hizo hace unos dos años en Sa Nostra y al que asistieron Carlos Pauner, Juanito Oiarzabal y Tolito Calafat que al terminar y despues del coloquio que hubo me marché con una sensación de que Juanito utilizaba a Tolo para conseguir financiación para subir otro 8000 de una manera descarada. Parece que sigue haciendo lo mismo..
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